¿Una hora y media? No puedo decirles cuánto duró. Quedé embelesada desde el primer minuto, porque cuando te sientas allí, con el teatro a oscuras, la sala en silencio, aparecen los músicos tanteando el terreno y buscando su sitio en un escenario apagado, y la gente empieza a aplaudir con todas sus ganas, sabes que algo grande va a pasar. Y así fue.

Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.
Bueno, miento. No estaba solo, sentado en un taburete de terciopelo rojo, con su voz y su guitarra, su guitarra y su voz. Lo acompañaba una luz, un cañón de seguimiento que apuntaba hacia él, señalándolo entre los miles a los que logró reunir allí. Porque él tenía un brillo especial. Y cuando digo que tenía un brillo especial lo digo de veras, pues su guitarra irradiaba unos destellos blancos que se proyectaban sobre las paredes, sobre el público. Y él jugaba con eso. Mientras cantaba mecía su guitarra, recogida en su vientre, y la guitarra nos guiñaba desde allí debajo con delicadeza, como todo lo que allí se vio. Cosa bonita.
Y por supuesto, tengo que dar las gracias a mi madre. A ella le encanta la poesía, y lo primero que escuché del dúo catalán-valenciano fue Nanas de la cebolla en boca de ella. Me descubrió a ambos a la vez. Así que no pude no acordarme de ella cuando Serrat, tras una breve narración a modo de introducción, comenzó a cantar:
La cebolla es escarcha
Cerrada y pobre.
Escarcha de mis días
Y de mis noches.
Hambre y cebolla,
Hielo negro y escarcha
Grande y redonda.
Y así fue transcurriendo la tarde… Hasta que acabó. Minutos de aplausos tras presentarnos a su banda y sus técnicos, y de atreverse incluso a remangarse la chaqueta y taconear al compás de esas características palmas que los sevillanos rinden sólo a los mejores. Y es que Serrat fue todo un caballero. Y lo más importante. Se comprometió a volver con sus grandes éxitos para dejarnos de nuevo con la boca abierta. Chapó don Joan Manuel.
Aquí dejo una de las canciones que nos puso los pelos de punta. Genial a la vez que tristemente real. Disfrútenla tanto como yo, aunque no sea en directo.